viernes, 16 de septiembre de 2011

La carta de Gardel - novela - (fragmento)


La noche en que buscaba un poema de Francois Villon entre papeles dispersos, la señorita Ana Lazio vio cómo la lámpara proyectaba en el cristal una esfera de luz blanca, casi evanescente.
Seguramente iba a escribir la historia de una noche, y para eso quería leer antes el poema de Francois Villon.



Poco después anotó:



- un mendigo y un perro

- un grupo de hombres vestidos de payasos

- un florista en el quiosco abierto las veinticuatro horas

- un policía

- un cartonero

- una ambulancia

- el dueño de un bar

- una mujer que acaba de ser abandonada

- una pareja haciendo el amor

- una monja que cuida a un enfermo

- una enfermera que cuida una sala de terapia intensiva

- una mujer que va a tener un niño

- un niño que nace

- un sueño, el de las flores y la lluvia

- un deportista que va a competir al día siguiente por un premio

- un hombre que ha sido abandonado por su mujer

- un jardinero que se levanta a la madrugada para ver cómo se abrieron las flores



Podría, con todo eso, escribir la historia de una noche, una noche cualquiera, la noche única donde cada uno de los que estuvieran despiertos pudiera decir, soñar, o hacer algo durante el transcurrir de su efímero tiempo. Donde las sombras ocultaran los colores que el sol todavía lejano hacía brillar durante el día y los más negros pensamientos deambularan, se presentaran irrumpiendo en la oscuridad. Y para conjurarlos leería el poema de Francois Villon ¿dónde estaba?

Seguramente había abandonado el papel entre algunos libros. Lo seguiría buscando hasta el amanecer, hasta dormirse entre las sábanas, entonces repasaba el sueño de la noche anterior ...

(c) Araceli Otamendi - Todos los derechos reservados
 
imagen: afiche Gardel-Razzano, fotografía tomada en el Museo Casa de Carlos Gardel (c) Araceli Otamendi

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