domingo, 6 de noviembre de 2011

La carta de Gardel - novela - (fragmento)



Era la tarde cuando leí el mail que me escribió Mary. Lo hice en el Café Margot,
también en el barrio de Boedo. Este café fue declarado Café notable en la ciudad
de Buenos Aires y un cartel lo indicaba. El espejo fileteado, el televisor apagado.
Es un bar chico, medio oscuro, más modesto que el de San Juan y Boedo.
Suena un tango con la voz de Gardel. Entonces leo el mail impreso en una hoja de papel:

"Señora:

sé muy bien por qué usted vino al pueblo. Usted está investigando acerca de una carta de Gardel que una antepasada de la señorita Ana guardaba con celo y ella todavía más.
Le aclaro que yo no tengo nada que ver con la desaparición de la famosa carta. Jamás la vi, tampoco me
interesa algo así. Estoy harta de que indaguen en mi vida desde que volví al pueblo. No quiero intrusos en mi mundo, no quiero a nadie en mi jardín. La señorita Ana no hace más que meterse en mi vida. He trabajado muy duro para vivir la vida que quiero. El jardín, mi jardín, es un laberinto. En la solución del laberinto estoy yo. Quizás le parezca extraño todo esto, pero quiero aclararle que si viene nuevamente al pueblo, va a encontrarse con una novedad. Por ahora no puedo adelantarle nada, pero algo va a cambiar pronto.
Atentamente.
Mary

Volví a leer el correo de Mary, no lo entendía. No sé qué quería decir con el laberinto y entendía
la hostilidad que sentía hacia la señorita Ana. Miré hacia una pared, había otro cartel:

"Esta esquina fue construida en 1904 por el inmigrante genovés Lorenzo Berisso". El cartel está fileteado. Hay muebles viejos, un armario antiguo, del techo cuelgan algunos salames. En las paredes, fileteada, está la bandera argentina.

(c) Araceli Otamendi - todos los derechos reservados

imagen: escalera de la Casa Museo Carlos Gardel (c) Araceli Otamendi

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