domingo, 27 de junio de 2010

Ernesto Sabato


foto: Ernesto Sabato - gentileza: Facundo Gauna
Ernesto Sabato (1911-2011) nació en Rojas, provincia de Buenos Aires. Hizo su doctorado en Física y cursos de filosofía en la Universidad de La Plata, trabajó en radiaciones atómicas en el Laboratorio Curie y abandonó para siempre la ciencia en 1945 para dedicarse en forma exclusiva a la literatura. Ha escrito varios libros de ensayos sobre el hombre en la crisis de nuestro tiempo y sobre el sentido de la actividad literaria , así, El escritor y sus fantasmas (1963; Seix Barral, 1979), Apologías y rechazos (Seix Barral, 1979), Uno y el Universo (Seix Barral, 1981) y La resistencia (Seix Barral, 2000)?, su autobiografía, Antes del fin (Seix Barral, 1999), y tres novelas cuyas versiones definitivas presentó Seix Barral al público de habla hispana en 1978: El túnel en 1948, Sobre héroes y tumbas en 1961 y Abaddón el exterminador en 1974 (premiada en París como la mejor novela extranjera publicada en Francia en 1976). Escritores tan dispares como Albert Camus, Graham Greene y Thomas Mann, Salvatore Quasimodo y Guido Piovene, Witold Gombrowicz y Maurice Nadeau han escrito con admiración sobre su obra, que ha obtenido el Premio Cervantes, el Premio Menéndez Pelayo y el Premio Jerusalén.
Según Carlos Catania, autor de "Genio y figura de Ernesto Sabato": "...A mi juicio, la soledad de Sabato se vincula a dos problemas: la ciencia y el marxismo. Ambos fueron examinados a fondo en Hombres y engranajes, publicado en 1951, cuando la obra de ningún revisionista era conocida. Sabato nunca fue un "anticomunista"; siempre respetó lo que en Marx hay de trascendente y de reivindicación del hombre concreto frente a la entelequia de los ilumnistas, mucho antes de que lo hiciera un intelectual tan insospechable para la izquierda como Jean-Paul Sartre. Examinando los ensayos de Sabato, surge que renegó
del comunismo totalitario, pero jamás renunció a su aspiración de justicia social. Defendió al hombre concreto contra cualquier
género de alienación y nunca cerró los ojos ante el hecho de que, para ser libre, el hombre debe, en primer término, estar alimentado. Vaticinó dos tipos de alienación: la económica en el régimen capitalista, y la otra, la que Marx no vio, fascinado con el progreso: la de la ciencia. Asimismo puso al desnudo la "variante positivista" del marxismo respecto al arte...".

bibliografía: Carlos Catania, Genio y figura de Ernesto Sabato, Eudeba, 1987






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