miércoles, 6 de julio de 2011

La carta de Gardel - novela (fragmento) - Araceli Otamendi


fotografía tomada en el Museo Casa de Carlos Gardel
(c) Araceli Otamendi


Adela y Matilde - Buenos Aires


- ¿Por qué revolvés ahí adentro? ¿No sabés que ahí están las cartas? - dijo Adela

- No estaba revolviendo sus cartas, mamá. Estaba buscando mi estola de piel - contestó

Matilde

- ¡No tenés vergüenza! Te querés hacer la bacana ahora, ¿acaso te dejaste engatusar? y

todo por ir a esa radio...

- Mamá ¡usted no tiene derecho a decirme esas cosas! ¿Por qué no pone un disco de

Gardel?

- ¡No tenés vergüenza! Y yo que te crié con leche de burra me contestás así,

¡desagradecida!

Adela subió el tono de voz y levantó la mano amenazante. Matilde revolvió el ropero y

arrojó varios vestidos sobre la cama hasta que finalmente encontró uno de color verde

que se probó sobre la ropa, frente al espejo.

- Me hubiera dejado morir, mamá, no me hubiera dado nada

Adela empezó a llorar. Dos lagrimones corrían por sus mejillas derramándose

lentamente.

Matilde fue acomodándose el pelo frente al espejo. En ropa interior, se untó la cara con

una crema bastante pastosa. Después empezó a maquillarse lentamente, como si fuera a

actuar y no como si sólo hablara por radio.

- ¡Eso es lo que te tiene mal a vos! - gritó Adela desde la cocina. - La radio es lo que

te tiene mal.

- ¿Por qué no se calla? - contestó Matilde mientras iba hacia la victrola ...

Segundos después el disco de vinilo empezaba a girar. Segundos después se escucharía

en la casa y en las de alrededor, la voz del Zorzal...

(c) Araceli Otamendi - Todos los derechos reservados

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