fotografía tomada en el Museo Casa de Carlos Gardel (c) Araceli Otamendi |
Adela y Matilde - Buenos Aires
- ¿Por qué revolvés ahí adentro? ¿No sabés que ahí están las cartas? - dijo Adela
- No estaba revolviendo sus cartas, mamá. Estaba buscando mi estola de piel - contestó
Matilde
- ¡No tenés vergüenza! Te querés hacer la bacana ahora, ¿acaso te dejaste engatusar? y
todo por ir a esa radio...
- Mamá ¡usted no tiene derecho a decirme esas cosas! ¿Por qué no pone un disco de
Gardel?
- ¡No tenés vergüenza! Y yo que te crié con leche de burra me contestás así,
¡desagradecida!
Adela subió el tono de voz y levantó la mano amenazante. Matilde revolvió el ropero y
arrojó varios vestidos sobre la cama hasta que finalmente encontró uno de color verde
que se probó sobre la ropa, frente al espejo.
- Me hubiera dejado morir, mamá, no me hubiera dado nada
Adela empezó a llorar. Dos lagrimones corrían por sus mejillas derramándose
lentamente.
Matilde fue acomodándose el pelo frente al espejo. En ropa interior, se untó la cara con
una crema bastante pastosa. Después empezó a maquillarse lentamente, como si fuera a
actuar y no como si sólo hablara por radio.
- ¡Eso es lo que te tiene mal a vos! - gritó Adela desde la cocina. - La radio es lo que
te tiene mal.
- ¿Por qué no se calla? - contestó Matilde mientras iba hacia la victrola ...
Segundos después el disco de vinilo empezaba a girar. Segundos después se escucharía
en la casa y en las de alrededor, la voz del Zorzal...
(c) Araceli Otamendi - Todos los derechos reservados
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