sábado, 16 de julio de 2011

Las ciudades y las artes* - Leonardo Lugo

dibujo, técnica mixta: (c) Araceli Otamendi


Las ciudades y las artes*




Hay ciudades que caben en la palma de la mano. Hay ciudades que no pueden ser abarcadas ni por la mirada de un monstruo de mil cabezas.

Zedonia no pertenece a ninguna de estas dos clases. Su grandeza no puede ser medida por la cantidad de terreno que ocupa o lo populoso de sus habitantes. ¿Acaso la bondad de los dioses es directamente proporcional al número de favores que les confieren a sus fieles?

Zedonia tiene de la poesía el misterio; de la música, la simetría; de la arquitectura, el equilibrio mágico entre la estética y la funcionalidad; de la pintura, la diversidad cromática; de la danza, cierta gracia capaz de sustraernos del mundo cotidiano; de la escultura, las formas trabajadas que nos cuentan de su primitivo pasado de piedra; del cine, ese estado que instala al espectador entre lo real y el sueño; del teatro, la fabulación que uno acepta con decoro; de la fotografía, el poder de hacernos conscientes de que aún estamos vivos.

Cada habitante de Zedonia se convierte, gracias a un imperceptible toque de ilusionismo, en personaje de su propia tragedia. Es así que el papel que desempeña intenta llevarlo a cabo con la mayor habilidad posible. Más de uno sospecha que quien lo ha creado se basó en un modelo preexistente y, en medio de estas cavilaciones, busca hallar al original del que él es imitación. Ahora bien, si todo aquel que vive en Zedonia es copia o recreación de un original ¿no es, por lo tanto, la propia Zedonia un mero reflejo de otra Zedonia quizá más egregia, más magnánima que la actual? Y, a su vez ¿esta otra Zedonia será dúplice de otra Zedonia más añeja?

Una vez que han remontado el hilo del pensamiento hasta alturas vertiginosas, los habitantes de Zedonia desisten, aunque sea momentáneamente, de buscar esa especie de sosías o matriz primera. No obstante, siempre está la posibilidad de un encuentro fortuito con el otro; con ése que es uno mismo pero cuya vida es el reverso del negativo. Por eso cada habitante de Zedonia, según se ha escuchado decir, todavía aguarda el momento en que la existencia lo ponga cara a cara con su propio destino.



© Leonardo Lugo



*cuento inspirado en Las ciudades invisibles de Ítalo Calvino


Leonardo Lugo nació en Quilmes, en 1983. Vive en Florencio Varela. Es profesor de Lengua y Literatura (ISFD N° 50, Berazategui). Licenciatura en Enseñanza de la Lengua y la Literatura (en curso), por la Universidad Nacional de San Martín. Intereses: la didáctica de la literatura; específicamente, la didáctica de la escritura de poesía.

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