jueves, 17 de julio de 2014

La carta de Gardel - novela (fragmento)


Adela se mantiene al tanto de las noticias leyendo los diarios que llegan al hotel.  Quisiera escucharlo a Gardel en Buenos Aires, una ciudad que parece soñada por alguien, piensa, grande, llena de luces, acorde a sus sueños. Por ahora se quedará en ese hotel, en ese pueblo cerca  del campo. Mientras el sol se oculta, escuchará con nostalgia el canto de los pájaros. El destino, pensaba, si  no lo tengo, me lo voy a inventar. Después de todo ¿no es el destino el que me trajo hasta aquí? Me voy a Buenos Aires en cualquier momento. Pero la realidad no  lo permite todavía. La realidad, tan chata, como estas casas, como este pueblo, como mi vida, murmura. Hay que disimular muy bien los sueños, no vaya a ser que alguien escuche, los intuya, los anule. Adela tiene nostalgia de Buenos Aires, ciudad a la que visitó alguna vez. Le pareció imponente, desmesurada, le fascinó. Demasiado cansada de las mismas cosas de siempre, sueña con alguna casa que vio en una calle elegante de la ciudad, con un traje de seda, distinto a los vestidos que usa todos los días, con reuniones, con todo lo que no tiene y sólo existe en sus sueños y en su imaginación. Le molesta el ruido que hacen sus hermanos más chicos en la casa. Hermanos que ha debido cuidar desde niña, hacen alboroto, juegan.  Los ladridos de los perros en el jardín atentan contra el recuerdo mágico de la voz de Gardel. Está molesta y lo hace notar.
Adela no es conformista, como tampoco lo era Gardel. Revolucionario en su arte, el cantante acierta en intentar su carrera de artista internacional. Si hubiera podido hubiera ido a la universidad, para ser alguien, tal vez, para salir de las cuatro paredes de cada habitación, para no quedarse encerrada en una rutina, para saber, no sólo lo que dicen las noticias.
Adela todavía no sabe que está de nuevo embarazada, otra vez.  Sueña con la voz de un hombre, de un cantante con voz de tenor que parece un pájaro, un zorzal, llamado Carlos Gardel.
Ese parece ser un año de suerte. Con Razzano debutan durante los días del verano en el Club Pueyrredón de Mar del Plata. En julio, para el centenario de la Independencia, visitan Buenos Aires los escritores españoles Eduardo Marquina y José Ortega y Munilla, con su hijo José Ortega y Gasset. El dúo Gardel-Razzano actúa en el agasajo oficial.

(c) Araceli Otamendi - Todos los derechos reservados 


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