miércoles, 21 de mayo de 2014

La carta de Gardel - novela - fragmento


Hay algo inquietante en saber muchas cosas acerca de otra persona ¿no es cierto? Por eso esta noche no podrás dormir hasta, tal vez, cerca de la madrugada. ¿Qué te lleva a investigar tanto acerca de una carta? ¿Acaso no tenías para entretenerte con otros casos? ¿Y esas tres mujeres que salieron de viaje y no regresaron nunca? ¿Por qué tendrías que ayudarle a una escritora a relacionarlo? Después de todo, ¿quién podría conocer la relación de todo eso? El mismo verano, sí. Las tres son mujeres, sí. Las tres murieron durante las vacaciones en distintas circunstancias. Y fue una sola persona la que les vendió los pasajes a las tres. ¿Coincidencia? Querés estirar el tiempo para entrar en el tema, lo vas rodeando como en un círculo y a la vez escapás. En realidad lo que te importa es ella: Mary, la única y principal sospechosa, hasta ahora, de haberse robado la carta de Gardel. Recopilaste demasiada información acerca de Mary. Una simple secretaria. El único mérito de Mary hasta ahora es, según ella, haber sido leal a sus jefes, Guillermo y Alejandro,  mientras duró su función y saber bailar el tango, apasionarse con esa música y ese baile. Te costó entender a esa mujer. No entendías qué le pasaba por la cabeza cada vez que te llamaba, cada vez que te enviaba un mensaje y una carta. ¿Y ahora sí? Mary bailaba el tango como Nijinsky bailaba ballet clásico. Pero Nijinsky un día salió del círculo mágico de la danza y nunca más volvió.
En cambio Mary ¿qué fue lo que la hizo escapar de los jefes, de los trabajos, del tango? ¿por qué se fue? José, el ex de Mary era el último pretexto para llamarte.
- Hay alguien... dijo. La voz inconfundible en el teléfono a las dos de la mañana.

- ¿Qué es lo que pasa, Mary?
- José, mi ex... marido, ha vuelto...

No entendías nada. Lo único que faltaba de conocer en la historia de Mary era José. ¿Y por qué una persona tendría que tener sólo un pasado reciente? Acaso como dice Borges, "el propósito de abolir el pasado ya ocurrió en el pasado y — paradójicamente— es una de las pruebas de que el pasado no se puede abolir. El pasado es indestructible; tarde o temprano vuelven todas las cosas, y una de las cosas que vuelven es el proyecto de abolir el pasado".

(c) Araceli Otamendi - Todos los derechos reservados

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