lunes, 1 de julio de 2013

La carta de Gardel - novela (fragmento)



- Yo no sé nada, dijo Julio cuando le pregunté.

Me quedé mirando a Julio un rato, a los ojos. Así era como se podía conocer a las personas, mirándolos a los ojos, la mirada dejaba ver más que las palabras. Porque muchas veces las palabras, como dijo Pinter, son como la lluvia en las grandes ciudades, lo empañan todo.  La música sonaba estridente, y bailé algunas milongas. ¿Julio decía la verdad? ¿dónde estaba  Mary? Yo había llegado a la posada y había preguntado por ella. Se había ido a la mañana temprano, dijo una mujer. Pregunté si había alguna habitación libre. Está todo ocupado, contestó la mujer. Pregunté si podía tomar un café, quedarme un rato ahí, hacía frío y me había costado llegar. Afuera había algunos autos estacionados, nuevos, impecables. Se me ocurrió que uno de los autos podía ser de Alejandro. Mary lo había mencionado en la carta. Después vi salir a un hombre de una de  las habitaciones pero su cara y su cuerpo no coincidían con la descripción de Mary.

- Qué tal, buenos días - dijo el hombre.
- Buenos días - respondí.

Me pregunté si Mary había visto llegar a este personaje a la posada. Volví a preguntar por ella a la dueña del lugar. Me contestó que Mary se había ido de ahí muy temprano, la había llamado por teléfono, había dejado el dinero para pagar la estadía en la posada, las llaves y había partido. Entonces ¿dónde estaba Mary? ¿de qué escapaba? Esperaba que ella se comunicara conmigo nuevamente. En lugar de la búsqueda de la carta de Gardel, mi trabajo se había transformado en  buscar a Mary, de quien sospechaba yo y también  la señorita Ana, que ella tenía en su poder la carta.  ¿Por qué motivo se había ido Mary sin decir nada, sin avisar  a nadie? Me quedó dando vueltas en la cabeza la cara de este personaje, de quien me enteré que se llamaba Orson. O al menos le decían así. La dueña de la posada lo había nombrado. Nunca lo había visto por ahí, dijo ella. ¿Sería cierto? Lo observé durante un rato. Orson salió de la posada y se detuvo en un naranjo. Arrancó algunas naranjas del árbol y las guardó en los bolsillos. Después fue hasta uno de los autos  estacionados, abrió la puerta y dejó las naranjas en el asiento de atrás, puso en marcha el motor y salió a toda velocidad hacia la ruta. ¿Quien era Orson? ¿lo conocería Mary?

A unos kilómetros de ahí, Mary escribía en un cuaderno, en un  bar, antiguo, de esos con billar al fondo:

"Estaba harta, quería pasar un lindo día, terminarlo bien en la posada y pasé una noche
 horrible, llena de dudas, conversando con Alejandro o él conversaba conmigo, no sé.
Y para terminar llegó Orson.¿había venido de casualidad? Ni bien lo ví, me fuí a mi 
habitación, Alejandro se sorprendió porque apenas dije buenas noches, entré en el 
cuarto y cerré la puerta. Orson ¿qué quería de mi? siempre quería algo ¿no? Nunca se
puede estar de vuelta de todo pero de esto sí, de esto sí, de Orson, sí, seguramente.
Y Alejandro desconocía hasta qué punto Orson había influido en mi para pasarle las
llamadas al director general de la empresa, para que él hiciera sus negocios,  para no
decirle nada a él, Orson siempre venía hasta mi, de alguna manera, para conseguir algo.
Ya sé que es inútil, nunca se puede estar de vuelta de todo, pero era imprescindible
salir de ahí, tomar aire fresco, respirar...".


(c) Araceli Otamendi - Todos los derechos reservados  


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